La Llave Mágica, botellas de vidrio recicladas que se transforman en arte y objetos de diseño
l año 2011, Mary Luz Diez decidió cambiar el paisaje de cemento de Santiago por la costa marina de Concón, donde por un tiempo continuó trabajando en su profesión de publicista.
Y a poco andar, gracias a la cultura de reciclaje que le inculcó su abuela, empezó a acumular materiales reciclables en su casa. “Buscando entre un montón de cosas, recordé que en casa de mi abuela había unos vasos de vidrio de botella cortada.
Me di cuenta que podía comenzar a tratar de hacer eso. Me puse a cortar vasos y mis amigos se engancharon. Las partes que me sobraban me negaba a botarlas porque pensaba que podían servir para algo”, recuerda.
Y el vidrio, dice, la cautivó por completo. No solo por las posibilidades que entrega, sino que por su propia inocencia con respecto al material, que la empujó a ir en una búsqueda distinta y autodidacta en cuanto a cómo trabajar las botellas.
Así, en 2013 instaló en Concón el taller y tienda “La Llave Mágica”, donde construye piezas artísticas utilitarias y sustentables a partir del vidrio, convirtiendo el reciclaje de residuos locales en un emprendimiento circular que combina la artesanía contemporánea y la vitrofusión para lograr objetos irrepetibles.
De hecho, fue un curso de vitrofusión básico realizado en 2013 el que le reveló una técnica que actuaba como complemento perfecto para darle otra vuelta al vidrio, más allá de solo un vaso, lo que se sumó a su afán investigador.
“Me vino como un enamoramiento del material, del que quería descubrir todo. La botella provee el material, pero no necesariamente tiene que seguir pareciendo una botella, sino que puede ser otra cosa”, dice Mary Luz.
Entonces empezó a probar, experimentar, y crear. Como creció cerca de artesanos, siempre le llamaron la atención los vitrales y la luminosidad del vidrio, y pronto le empezaron a pedir sus trabajos.
Como poco a poco empezó a dedicarle más tiempo a esta labor, en 2014 dejó su trabajo de publicista y se dedicó por entero a la creación de piezas hechas a partir de botellas de vidrio reciclado. “Esto es amor al arte, entendí que si lo iba hacer tenía que dedicarme a tiempo completo para poder vivir de esto”, afirma.
El proceso de creación parte con la recolección
Muchas veces, Coca Diez recolecta las botellas de vidrio directamente de la basura, de contenedores que ya están sobrepasados. También a través de amigos, y de otras personas que conocen su trabajo y le proveen nuevo material.
Luego, el proceso de transformarlas en un nuevo producto empieza con el lavado de las botellas, donde el agua utilizada se destina posteriormente para el riego.
“Después corto las botellas, algunas las pinto, otras las meto al horno, las quemo y después espero que se enfríen, mientras hago el diseño. Cuando van con cobre, elaboro mis propios moldes.
Para las piezas más grandes, como las lámparas y percheros, el fierro lo hago yo misma, le doy forma, lo sueldo, lo pulo, y le hago el tratamiento de cobrizado. Es un largo trabajo que vale la pena”, explica.
Cada una de las piezas, figuras y artefactos con elaborados con sus manos, por lo tanto su capacidad de producción está determinada por las 10 horas diarias de trabajo que destina al diseño, creación y venta de sus productos.
En sus planes está el poder traspasar su experiencia, y dedicarse a enseñar a nuevas generaciones de artesanos, y también escalar en tamaño. “Tengo muchas botellas para investigar, todavía no las conozco todas”, afirma.
Todos los colores de sus piezas se relacionan con los del mar. “Llegué a Concón a vivir frente al mar, lleno de aves, donde hay una naturaleza que te invita a tener una actitud contemplativa. Me impresiona el paisaje y me encantan los días soleados, porque se ven esos colores que plasmo en el vidrio”, destaca.
Actualmente, en la lista de sus creaciones se encuentran colgantes, frascos, lámparas, perchas, fuentes, mantequilleras, platos, pocillos, porta inciensos, servilleteros y vasos. Entre sus elaboraciones destaca la huevera de vidrio, inspirada en una de cartón.
El nombre de su taller, “La Llave Mágica”, surge de uno de los cuatro Cuentos del Colorín, que trata sobre un par de niños que recorren un bosque donde encuentran una llave que los lleva a un mundo de las hadas, donde finalmente el niño de la historia termina de convencerse de que sí existe.
“Cuando me puse a crear con el vidrio coincidió con una etapa de mi vida en la que no estaba muy contenta con lo que hacía, porque dedicaba mi tiempo a la publicidad para otros, pero no me llenaba, me faltaba un propósito.
Y eso es lo que me brinda La Llave Mágica en su momento, porque siento que esta actividad con el vidrio se convierte en una llave para poder hacer otras cosas distintas”, dice Diez.
Hoy sus productos están presentes también en los marketplace de grandes tiendas del retail, y cuenta con la licencia de uso Marca Chile de Fundación Marca País.
Mientras, La llave Mágica sigue adelante con su trabajo para contribuir al medio ambiente -y a la sociedad- a través del reciclaje de botellas de vidrio para transformarlas en nuevos objetos de valor y utilidad para las personas.
Su propósito, dice Coca Diez, es crear piezas de artesanía en vidrio que impacten positivamente nuestro entorno. Piezas que aporten belleza y buena energía a los espacios y a las personas, pero que fundamentalmente ayuden a disminuir los desechos y a reducir el consumo de nuevas materias primas.
“No se vivir a largo plazo, no me imagino jubilada, pienso que la vida es hoy y hay que hacer lo mejor que se pueda, de la mejor manera y tratando de impactar positivamente”, afirma.
